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Este mes de Abril les traemos: Tacos con historia y legendarios.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Los perritos

Saludos a todos nuestros lectores. Ante todo, una disculpa pro estos casi 3 meses de ausencia. Han sido épocas duras para todos, las lluvias, los problemas políticos, la vida diaria que cada día es un reto mayor... Pero pese a todo, aquí seguimos. El día de hoy les dejaremos un breve relato que nos ha llegado por la nobleza de su protagonista. Con ustedes... 



Los perritos



El dueño de una tienda estaba poniendo en la puerta un cartel que decía: “Cachorros en venta”. Como esa clase de anuncios siempre atrae a los niños, de pronto apareció un pequeño y le preguntó:




—¿Cuál es el precio de los perritos?

El dueño contestó:
—Entre treinta y cincuenta dólares.

El niñito se metió la mano al bolsillo y sacó unas monedas.

—Sólo tengo $2,37. ¿Puedo verlos?

El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió una perra seguida por cinco perritos, uno de los cuales se quedaba atrás. El niñito inmediatamente señaló al cachorrito rezagado.

—¿Qué le pasa a ese perrito? —preguntó.
El hombre le explicó que el animalito tenía la cadera defectuosa y cojearía por el resto de su vida. El niño se emocionó mucho y exclamó:

— ¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!
Y el hombre replicó:

—No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si realmente lo quieres, yo te lo regalo.

El niñito se disgustó y, mirando al hombre a los ojos, le dijo:

—No, no quiero que usted me lo regale. Creo que vale tanto como los otros perritos, y le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2,37 ahora y cincuenta centavos cada mes, hasta que lo haya pagado todo.

El hombre contestó:

—Hijo, en verdad no querrás comprar ese perrito. Nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros.

El niñito se agachó y levantó su pantalón para mostrar su pierna izquierda, retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:

—Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda.

El hombre se mordió el labio y, aguantando las lágrimas, dijo:

—Hijo, espero que cada uno de estos cachorritos tenga un dueño como tú.





Muchas gracias y tengan una excelente semana. 
Atte: A. y D.