Esta noche los quiero dejar con una leyenda que llego a mis manos de una forma extraña pero única, cambiando la forma de pensar sobre mi nombre. Espero la disfruten tanto como yo la disfrute hace ya mas de 7 años.
Había en la tribu Guayaquí una niña llamada Anahí, ella
amaba su tierra natal al extremo de recorrer sola los bosques conversando con
las aves, con las flores, con los animales que poblaban el bosque. Era conocida
por la dulzura de su voz que de continuo entonaba los cánticos propios de su
raza. Cuando ella cantaba, hasta el río rumoroso parecía callar para
escucharla.
Un día, por el río llegaron los conquistadores, con sus
armas y sus caballos.
La tribu de Anahí decidió defender la tierra nativa superando el terror que los
embargaba ante aquellos seres desconocidos. Pelearon durante varios días y
semanas enteras. Pero iban siendo echados poco a poco de sus bosques, de sus
ríos, de sus sierras.
Anahí, pese a su juventud luchaba como los más valientes. Su voz ya no cantaba
más, gritaba la venganza y la guerra y animaba a los hombres y mujeres de la
tribu. Pero un día cayó prisionera. Llevada al campamento español, logró en la
noche zafar sus ligaduras y golpeando a un centinela ganó, y nuevamente volvió al
bosque, perro corriendo con tan poca suerte que volvió a caer en manos de sus
captores. El soldado herido por Anahí murió. Sospechosa de ser bruja, porque
nadie podía admitir que con aquel pequeño cuerpo y con su juventud pudiera
haber dado muerte de un golpe al soldado; y atribuyéndole ayuda
diabólica, fue condenada a morir en la hoguera.
Atada al palo de la ejecución y prendido el fuego de los
leños, las llamas comenzaron a abrasarla. Pero Anahí, en medio de las llamas,
en vez de gemir comenzó a cantar una canción en la que pedía a su Dios por su
tierra, por su tribu, por sus bosques y por sus ríos. Su voz se elevó al cielo,
y al nacer el día, el cuerpo de Anahí se había convertido en un robusto tronco
de un árbol hermoso del que pendían racimos de rojas flores, tan rojas como las
llamas que habían consumido a Anahí, y que se mostraba en todo su esplendor,
como símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.
Desde entonces, los guaraníes, consideran que el alma eterna
de Anahí perdura en la Flor del Ceibo. Árbol cuya flor carnosa y de intenso
color rojo, fue instituida como Flor Nacional de Argentina el 23 de Diciembre
de 1942.
La leyenda de Anahí inspiró una canción (guarania) que
pertenece al músico y poeta correntino Don Osvaldo Sosa Cordero, nacido en
Concepción, (Corrientes) en 1906. Célebre es la grabación que la artista Ramona
Galarza realizó en la década de los '60 canción que les presentamos a continuación.
Que tengan una excelente noche
atte: A y D ♥
atte: A y D ♥
Hermosa historia, pobre el destino de Anahi y de miles de otros nativos... pero la lucha hasta el final nunca se olvidará :)
ResponderEliminarExcelente taco!