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Este mes de Abril les traemos: Tacos con historia y legendarios.

domingo, 23 de junio de 2013

La Luna y el Lobo

La luna ha dado pie a muchas historias en todas las culturas. Aquí un mito que pese a que ha cambiando poco a poco con el paso de los años, mantiene su sentimiento y... dolor.

A y D


La Luna y el Lobo




Al principio, hace muchos muchos años, el sol y la luna caminaban entre nosotros. También lo hacían los espiritus de los animales, y de los bosques y las montañas. Los humanos aprendíamos de ellos, y los tratabamos como a respetados ancestros.

Un día, Lobo caminaba entre sus amados bosques y se encontró con una mujer hermosa con un aura muy poderosa por lo que intuyó, acertadamente, que se trataba de un poderoso espiritu. En efecto, se trataba de Luna, que estaba deleitandose de la noche estrellada.

Se presentaron cortesmente y, cuando Lobo le preguntó que estaba haciendo por allí ella sóla, puesto que por muy poderosa que fuese, también había otros poderosos espíritus de la naturaleza por aquellas tierras, le contesto que estaba esperando a Sol, su marido. Lobo se ofreció, cortesmente, a esperar con ella, por si acaso alguno de esos otros espiritus se acercaba. Poco antes del amanecer, Sol apareció para reunirse con su mujer y, trás saludar friamente a Lobo y agradecerle que acompañase a su esposa mientras que ella le esperaba, se la llevó de allí.

Varios días después, Lobo volvió a encontrarse con Luna en circunstancias parecidas y, de nuevo, le hizo compañia hasta que reapareció Sol. De nuevo este se porto educado pero frío con Lobo y acabó llevandose de allí a su esposa al poco rato.

Cada pocos días la situación se volvía a repetir y, poco a poco, con las conversaciones que mantenían Lobo y Luna mientras esperaban a Sol, Lobo fue enamorandose de Luna, pese a saber cuanto amaba esta a su marido. Y, también poco a poco, Sol iba siendo cada vez más hostil con Lobo. Sin embargo, poco a poco Luna cada vez iba sintiendose más comoda con Lobo a su alrededor, aprendiendo lo que era tener a alguien que la escuchase y la mirase como si fuese lo más importante del universo. Pero, pese a lo que pudiese parecer, no sentía más que amistad por Lobo; y este lo sabía.

Finalmente, uno de esos días, estaba Luna muy triste puesto que, pese a todo lo que amaba a Sol, no conseguía que su marido se preocupase un poco más de estar con ella y un poco menos de recorrer el mundo observando a los humanos y deleitándose de su adoración hacia él. Hablando con Lobo sobre el tema, las lágrimas empezaron a caer de sus ojos, por lo que él la abrazó para consolarla, con la mala fortuna de que en ese momento, apareció Sol. 

Les miró unos segundos antes de encenderse, literalmente, totalmente furioso y abofetearla, gritando y proclamando a los cuatro vientos que, ya que ella le había sido infiel, nunca volvería a mirarla cara a cara. Tras eso, salió del bosque sin mirar atras.

Lobo se sintió dividido entre sí salir detras de Sol y darle una lección por como había tratado a Luna o consolarla y cuidarla por el daño que le había hecho su marido y, finalmente, venció esta segunda opción. Cuando se giró para mirarla, vio que tenía un lado de la cara totalmente quemado y lloraba profusamente tanto del dolor como de la tristeza ante la actitud de su marido. Lobo la tomó entre sus brazos y la llevo a su cueva, donde le curó la cara y la cuidó hasta que estuvo totalmente recuperada de la odisea.

 Cuando ya estuvo lista para irse, habló con Lobo y le dijo:

-Te agradezco profundamente tu ayuda y tu amistad, pero me temo que debo irme de estas tierras puesto que, cada vez que hablo contigo, cada vez que te veo, no hago más que recordar lo que he perdido por los celos de mi marido... Volveré al cielo e intentaré recuperarle, aunque el se niegue a verme. Pero, antes de irme, quisiera agradecerte tu amistad, puesto que es lo único que ha evitado que hiciese alguna tontería. Como muestra de mi agradecimiento, alumbraré la noche para que tú y todos los tuyos sean capaces de cazar tanto de noche como de día. Tal vez no sea mucho, pero es todo lo que puedo ofrecer. 


Diciendo eso, salió de la cueva, sin mirar atrás, ocultándose la parte quemada de su rostro. Cuando Lobo estuvo seguro de que ya no podía oirle, empezó a llorar y aullar de dolor puesto que, pese a que sabía que sólo podría tener amistad, incluso eso lo había perdido por los celos de Sol.

Muchos años más tarde, los espiritus dejaron de andar entre nosotros, pero todos los descendientes de Lobo conocían la historia de su ancestro y compartían su tristeza. Por eso, aullan lastimeramente cada vez que ven la Luna y, también por eso, hacen la mayoría de su vida de noche, con la esperanza de que si pasan todo el tiempo que puedan bajo su atenta mirada, finalmente se apiadará de su ancestro y volverá a su lado, aunque sólo sea para compartir su amistad.

También es por eso que la Luna nos muestra siempre el mismo lado de su cara, puesto que el que oculta tiene la cicatriz que Sol le causó y, finalmente, es por eso que solo durante un eclipse solar la luna y el sol están juntos unos instantes, en un intento de ella de ser perdonada algún día.

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